N°1: Las listas, siempre muy útiles
N°2: Para guardar, donar, tirar… así se empieza
¡Hacer orden en el placard es hacer orden en el alma! Pensemos en la valija cuando volvemos de unas vacaciones. ¿Qué de todo eso que llevamos hemos usado realmente? ¿Qué cosas hubiéramos podido dejar en casa? Descartando lo que está de más, tomamos decisiones, establecemos un criterio y estimulamos la autoestima.
Coloquemos tres grandes bolsas frente a nosotras. Una para regalar, otra para descartar y otra para seleccionar. Saquemos todas las prendas del placard. Nos preguntaremos qué sentimiento positivo nos genera cada una y solo guardaremos las que nos procuran alegría.
N°3: Es tu tiempo, ¡optimizalo!
La gestión del tiempo, ¡qué tema difícil! Empecemos por cronometrar durante dos o tres días el tiempo que invertimos en diferentes tareas: leer los mails, navegar por las redes sociales, hacer cuentas o preparar la comida. Evaluemos el tiempo invertido en cada tarea de manera realista y devolvamos el equilibrio al conjunto de nuestras ocupaciones. Ganar tiempo: ¿nuestra bandeja de entradas rebosa de correos que nos hacen perder tiempo? Utilicemos la función “No deseado” de nuestra casilla para desembarazarnos sistemáticamente de los mensajes que no nos interesan. Con el tiempo, lograremos reducir el número de correos que recibimos. Si el problema persiste, creamos una dirección especial, reservada para los intercambios importantes y una segunda dirección para todo el resto.
N°4: A tu entorno, tú delegarás
Y para ello, ¡cultivamos el espíritu de equipo! En casa, los niños pueden recibir una pequeña recompensa por cada colaboración que presten. Nuestro compañero también puede compartir las tareas de la casa. También puede funcionar el “trueque de servicios”; por ejemplo, arreglar la computadora a cambio de hacer un dobladillo. ¡Todos ganan!
N°5: Cómo organizarse bien
Clasifiquemos nuestros objetos por temas, en cajas que vamos a guardar allí donde realizamos cada tarea: artículos de belleza, medicamentos, utensilios de cocina, caja de herramientas... En el armario, reagrupamos nuestras prendas según el tipo (abrigos, sacos, vestidos, faldas, pantalones, camisas). Y dentro de los cajones y placares, doblemos cuidadosamente las prendas. De este modo no queda nada relegado al fondo de una pila infernal que apenas nos animamos a tocar.